domingo, 4 de diciembre de 2011

LUNA VIEJA EN BRAZOS DE LA NUEVA


LUNA VIEJA EN BRAZOS DE LA NUEVA
Un fenómeno para disfrutar


El vivir en la ciudad junto con el agobio y agite del día a día no nos percatamos que hemos perdido una parte de nuestra libertad, la libertad de estar en comunión con la naturaleza, la libertad de disfrutar y maravillarnos frente a los fenómenos naturales que regocijarían a nuestro espíritu con un momento de asombro, tranquilidad y meditación.

Hay estampas de nuestra infancia que por algún motivo se graban con fuerza y siempre están allí pendientes de surgir cuando la oportunidad se presente. Mi primer encuentro con el fenómeno celeste denominado “Luna vieja en brazos de la nueva” fue alrededor de los 11 años cuando hojeando un tomo sobre las maravillas del universo de “Las llaves del saber” (1935), regalo de mi abuelo a su hijo, me topé con una obscura imagen y una breve explicación del fenómeno. Desde entonces esa frase “luna vieja en brazos de la nueva” nunca me abandonó, saltando a mi mente cada vez que se presenta la oportunidad. El trajín de la vida y el curso de nuestra existencia nos van robado también la capacidad de mirar el firmamento, de gozar del cielo y disfrutar sus encantos.

He comentado en otra oportunidad que el cielo de Ciudad Guaya es un cielo turbio, brumoso que opaca el esplendor de los cielos nocturnos, oculta los amaneceres y a los ocasos, sin embargo eventualmente tomándome un descanso echo un vistazo al cielo y teniendo uno de esos extraños momentos de diafanidad sorprendente admiro el espectáculo que ofrece el cielo.

El ocaso del 27 de noviembre fue un atardecer particularmente limpio a pesar de la presencia de varios nubarrones turbios. El cielo me ofreció un hermoso espectáculo con una estilizada luna nueva sobre la cual tenuemente se dibujaba con un resplandor rojizo el resto del disco lunar, que para rematar estaba acompañada de cerca por la rutilante estrella de la tarde, el planeta Venus. Fue un hermoso momento que compartí con mis seres queridos.

Ese disco pálidamente iluminado es la luna “vieja” que parece sostenida por la delgada luna “nueva” y da origen a la expresión “Luna vieja en brazos de la nueva”.

El fenómeno fue explicado por Leonardo Da Vinci y lo que vemos es el lado obscuro de la luna iluminado por el reflejo de la luz del Sol en la Tierra.