A veces el cielo nos ofrece un espectáculo que en la mayoría
de los casos pasa desapercibido por la monotonía y los quehaceres del día a
día.
Las tribulaciones diarias nos hunden en una especie de indolencia
que solo nos amarga el espíritu y no nos permiten disfrutar del placer de
estar vivos.
No es mala idea que de vez en cuando volvamos nuestra mirada
al cielo para quedar llenos de estupor ante la tranquilidad que nos da un
firmamento estrellado. O quedar cautivados bajo la mortecina luz de una luna
que se levanta después de un día caluroso…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario