sábado, 28 de julio de 2007

EXPERIENCIA COMO HERRAMIENTA.

EXPERIENCIA COMO HERRAMIENTA.

La experiencia es la herramienta más útil que posee una persona para desenvolverse y resolver los problemas que el día a día le plantea. En el campo laboral su valor es incuestionable, no obstante la experiencia hay que saberla utilizar.

Por naturaleza, todos buscamos el camino del mínimo esfuerzo, es más fácil una actividad “mecánica” que emplear el razonamiento.

Si bien es cierto que la experiencia nos permite transitar por rutas que ya conocemos, que, aunque no sean las más eficientes nos dan seguridad y confianza, su uso indiscriminado sin ningún tipo de criterio nos puede llevar a callejones sin salida…… A veces nos sorprendemos al darnos cuenta de que hemos estado realizando los mismos pasos una y otra vez sin conseguir la solución esperada del problema y esto nos ocurre cuando nos basamos únicamente en nuestra experiencia, sin procesar o razonar lo que estamos realizando. De allí el fracaso de muchos profesionales a la hora de resolver una falla, se cierran en sus experiencias sin razonar los resultados y se obstinan en seguir el mismo procedimiento reiteradamente.

La experiencia se transforma en un sólido conocimiento de fondo al cual le echamos mano a la hora de resolver un problema, sin embargo, debe ser utilizada metódicamente y racionalmente como soporte o insumo en comunión con nuestra capacidad de razonar, observar y analizar; si no, la experiencia no es más que un acto mecánico parecido a un reflejo el cual no nos permitirá mejorar nuestro desempeño.

Un buen ejemplo que nos permite verificar que la experiencia sola no es suficiente, reproduciremos un ejercicio publicado por el Profesor Rodolfo Milani de la USB, en su libro “Diseño para nuestra realidad”, ejercicio que en principio es para mostrar los frenos en la creatividad, comulga perfectamente con el tema que estamos tratando. El ejercicio, consiste en dibujar un cuadrado y luego dividirlo en cuatro partes iguales, parece simple, pero ahora se le pide que encuentre diez maneras diferentes de dividir el cuadrado en cuatro partes iguales. Seguramente las dos primeras divisiones le surjan con extremada facilidad y luego se empieza a complicar el ejercicio, hasta el punto (tal vez consiga una tercera o cuarta manera) que no es capaz de conseguir otras maneras de obtener la división del cuadrado en cuatro partes iguales…
En la medida que se nos acaba la experiencia se nos hace más difícil la solución, hasta el grado en que la mente nos queda como el último cuadrado sin dividir, ¡EN BLANCO!, hasta acá nos acompañó nuestra experiencia, ¿y ahora?…… ¡TENEMOS QUE PENSAR!. En realidad existen infinitas maneras de realizar la tarea como lo demuestra el Profesor Milani en su obra.

Se dice que la experiencia son las vivencias de la persona, sin embargo la experiencia no puede ser resumida de manera tan simple, va más allá del vivir o de convivir y es más notable este cisma en el campo laboral.

Si bien, la experiencia está amarada a las vivencias, la misma debe ser un acto de entendimiento que nos permita tomar conciencia sobre las consecuencias de nuestros actos. Y es por ello que la experiencia posee una dimensión más amplia que el sólo hecho de vivir. Ya he comentado en otra oportunidad que no es lo mismo 20 años de permanencia en una empresa que 5 años de experiencia. Tenemos que emplear el intelecto para que esas vivencias tengan sentido y nos lleven a ser más efectivos en nuestro desempeño.

miércoles, 4 de julio de 2007

¿Somos los Venezolanos capaces de hacer las cosas bien?

¿SOMOS CAPACES?

Profesor, ¿porqué las piezas y repuestos nacionales son tan malos?

Esta pregunta me la formuló hace tiempo un participante durante un entrenamiento industrial que estaba dictando sobre una máquina específica de un laminador. La respuesta que le di entonces es la misma que daría hoy en día; respuesta producto de mi experiencia con los proveedores de insumos y servicios nacionales junto con la adquirida al trabajar codo con codo con el personal de mantenimiento mecánico.

¿Somos los Venezolanos capaces de hacer las cosas bien? En mi humilde opinión, somos muy capaces en cualquier actividad en la cual incursionemos a tal punto que podríamos ser los primeros, además de creadores de tecnologías que nos permitirían ser en verdad un país soberano. Lamentablemente nos frena nuestra baja autoestima, cuyas raíces se pierden en la bruma del tiempo y está reforzada por nuestra idiosincrasia y sistema educativo.

Uno de nuestros grandes males como trabajadores es la falta de compromiso para con el trabajo y con nosotros mismos, estamos convencidos que la vida se resuelve por la vía del mínimo esfuerzo, que en las profesiones u oficios basta con un conocimiento superficial y que “en el camino se endereza la carga…” como reza el dicho popular. Nos encanta improvisar para no planificar, acto que requiere de un gran esfuerzo mental y en algunos casos hasta físico.

Inteligencia no nos falta, pero nos cuesta creer en lo que sabemos, en lo que aprendimos e incluso de nuestra experiencia y he allí nuestro fracaso. ¿Cuántas veces no hemos oído la expresión “lo que me enseñaron en la universidad no se aplica en la práctica” en boca de ingenieros y peor aún en profesores universitarios?, triste comentario que refleja por un lado la falla de nuestro sistema educativo y por el otro una mampara para ocultar su ignorancia.

He tenido la oportunidad de interactuar con asesores y/o asistentes técnicos de doce nacionalidades diferentes y, ¿Qué me han enseñado estos encuentros? Que ellos no tienen nada de especiales, que son personas como nosotros, con conocimientos y dudas semejantes a las nuestras, que podemos entablar una conversación o una discusión técnica, de refutar observaciones y comentarios de alto nivel sobre problemas de funcionamiento y/o diseño de las máquinas por las cuales fueron contratados. Pero, para poder entablar una comunicación de iguales con un asesor extranjero tenemos que estar muy seguros y claros con nuestros conocimientos en el tema, pues en caso contrario, cualquier cosa que diga el asesor hará temblar nuestros conocimientos y será considerada como verdadera aunque tengamos dudas al respecto. Somos nosotros, con nuestra autoestima disminuida que endiosamos y montamos sobre un pedestal a estas personas y poniendo en duda a nuestros propios ingenieros y técnicos, muchos de los cuales son verdaderos profesionales y doctos en su materia.

Venezuela está llena de personajes geniales como se puede apreciar en la compilación realizada por la Dra. Yajaira Freites del IVIC en su Memoria de la Ciencia en Venezuela que han contribuido con el desarrollo tecnológico del mundo y son anónimos en nuestra tierra porque nos negamos a reconocer por alguna razón a nuestros talentos y creer más en los importados. Es posible que el origen de esta negación este en nuestra historia industrial próxima, cuando la expansión de la industria del petróleo se disparó a partir de la década del 20 y fue necesaria la importación de tecnologías y de mano de obra calificada, quedando por lo general relegada la nacional a actividades menores y de obrero raso.

El país demanda trabajadores competentes, pero para lograrlo tenemos que esforzarnos y para esforzarnos tenemos que empezar a adquirir el compromiso de profundizar más en lo que hacemos. Tenemos que buscar la manera de subir nuestra autoestima y empezar a darles credibilidad a nuestros profesionales, quitarnos el rancho de la cabeza como lo pregona el Dr Manuel Barroso y estar claros que con esfuerzo, constancia, dedicación, investigación e inversión, evolucionaremos como trabajadores, como profesionales, como personas y como país.

Creo en el potencial del venezolano por experiencia. Entre las décadas del 80 al 90 me tocó vivir un momento interesante que de alguna manera generó dividendos a la nación. Para aquel entonces se dedico un gran esfuerzo por la sustitución de importaciones de partes y repuesto en las industrias de la Corporación Venezolana de Guayana o CVG, logramos (aquí me incluyo por que fue un trabajo en equipo) sustituir en un 100% todos los componentes mecánicos de varios equipos del laminador de Barras allá en SIDOR, desde piezas sencillas hasta de compleja geometría, con excelentes resultados desde el punto de vista de calidad, oportunidad, durabilidad y costos, no fue fácil, porque fueron muchos los ensayos, las investigaciones, la reingeniería, los fracasos y las inversiones efectuadas, pero se logró. Y se logró debido al equipo humano que si creyó en su personal, que se exigió resultados y exigió a los proveedores mejorar en sus productos y servicios. Trabajando como se diría, agarrados de la mano, en busca de un desarrollo común.

Ahora en la década del 2.000 he observado que gran parte de ese esfuerzo se esfumó, que hubo un retroceso en este aspecto producto quizás de nuestra falta de constancia y perseverancia o por la privatización de la industria del acero. Pero para mí quedo muy claro que nuestro potencial es real y desarrollable si lo deseamos.

Entonces, ¿porqué las piezas y repuestos nacionales son tan malos?

Por la misma razón por la cual no hacemos bien nuestro trabajo……